Por Alberto Serdán Rosales
En el mundo de la geografía se sabe que no hay tal cosa como “desastres naturales” al referirse a fenómenos físicos que tienen un impacto material y humano en una población específica. Dicho de otro modo, los huracanes, por ejemplo, sólo son considerados por políticos y medios como “desastres naturales” cuando afectan un pueblo o una ciudad, destruyen casas, coches, mobiliario urbano, caminos, etc. Pero cuando ese mismo huracán atraviesa el mar o incluso una zona deshabitada, no se considera como “desastre natural”.
Finalmente, vistos de manera convencional los “desastres naturales” suelen afectar más a poblaciones vulnerables, marginadas y pobres por varias razones: algún político que les ofreció lotes baratos al lado (o encima) del arroyo de un río seco que renace con el huracán, otros políticos que gastan en publicidad personal o de promoción de su gobierno en lugar de preparar a la población sobre qué hacer caso de siniestro, políticos que no preparan planes de evacuación o de contingencia y esperan que alguien de fuera les resuelva el entuerto, empresarios que no ofrecen salarios adecuados ni generan empleos de calidad que permitan a las personas rechazar viviendas en condiciones deplorables o en zonas de riesgo, clase política que toma decisiones que no favorecen el trabajo digno, normas inadecuadas o mal cumplidas que permiten viviendas que, en estado deplorable y en zona de riesgo, se vengan abajo o se inunden con mucha facilidad, y un largo etcétera.
Los “desastres naturales” tienen muy poco de “natural” pues, con estos breves ejemplos, podemos ver que son consecuencia de decisiones humanas previas al fenómeno físico en cuestión que, en efecto, viene de fuera. El poder destructivo de un huracán no viene de la fuerza de sus vientos o de la cantidad de lluvia que trae consigo sino de la vulnerabilidad de la población que se encuentra a su paso.
Pues bien, todo esto viene a cuento porque seguramente usted ha escuchado en la radio y habrá visto promocionales en televisión en los que el gobierno dice que estamos enfrentando una “crisis que viene de fuera”. El gobierno machaca y machaca la idea de que esta crisis no nos pertenece. Habla como si fuera un huracán, o tsunami (Carstens dixit), que generará destrozos de manera “natural” como si fuera una fatalidad inevitable y que simplemente llegó, así nomás.
En este blog hemos visto el tamaño del huracán que está tocando tierra, es de categoría 5 plus. ¿Por qué el gobierno no reconoce que quien nos vendió lotes al lado del río nos vio la cara? ¿Por qué no dice nada de quien nos movió a vivir al lado de la costa prometiendo el paraíso? Dicho de otro modo ¿Qué no se da cuenta que las promesas de la apertura comercial como fue literalmente “vendida” por sus promotores simplemente no se cumplieron? ¿No se da cuenta que la apertura comercial no sirvió de la manera en que fue instrumentada: “apertura” para los cuates, “apertura” servil (si no, pregúntenle al aguacate, a los transportistas, a las escobas y al atún que una y otra vez han sido bloqueados por Estados Unidos, el campeón del libre comercio), “apertura” sin salvaguardas ni mecanismos de compensación, “apertura” sin una planeación y preparación que diera resultados, sin realmente prepararnos para vivir cerca del río seco? ¿No se da cuenta que el problema no es incluso de la apertura comercial, sino de ésta apertura comercial a la mexicana? ¿Se va a quedar así nomás diciéndonos “ni modo” pero “echémosle ganas”?
En otras palabras, pusieron a buena parte de la población en vulnerabilidad con el nuevo modelo económico para que ahora nos digan que “la crisis viene de fuera” como si no hubiesen decisiones detrás que está potenciando su poder destructivo. Deberían por lo menos asumir su responsabilidad y, manque sea, crear planes de contingencia efectivos. Lamentablemente, y no lo digo yo, lo dicen las cúpulas empresariales en público y prominentes empresarios en privado (me consta personalmente), el plan anticrisis es una vacilada. Hasta ha sido calificada de “populista” y “echeverrista”.
Por lo pronto, los spots en época electoral nos dicen que los gobiernos (amarillos, azules, tricolores, federales, locales) están trabajando por nosotros. ¿Será? ¿Será que son efectivos? ¿Será que saben diseñar programas? ¿No será esta clase gobernante un “desastre natural”?
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