22.5.09

Escuadrones de la muerte en México

ADVERTENCIA: PARA ALGUNOS LECTORES ESTE POST PUEDE SER PERTURBADOR EN SUS CONTENIDOS

Sólo una vez en mi vida detesté platicar con alguien. Se trató un tipo que me quería convencer de que la mejor manera de acabar con el crimen era asesinando a niños de la calle y a los delincuentes. Mi estómago se revolvió en cada frase que escupía. Lo aguanté porque consideré que era importante saber qué piensan tipos como éste ya que, al final de día, también son parte de la realidad y también son parte de México.

Pasó el tiempo y he leído en Milenio Diario cómo esta pesadilla se volvió, de algún modo, realidad. Comparto estos textos con las y los lectores de este blog con el ánimo de mostrar que ésto también es México. Más aún, que no podemos ser indiferentes.

En lo personal, creo en los derechos humanos y parto de tres principios básicos:

1. "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

2. "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".

3. "Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes".

Y estoy convencido que, como sociedad y dotados de razón y conciencia, somos capaces de entender que nuestra estabilidad radica en nuestra visión y sabiduría alrededor de principios humanistas y progresistas.


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Comando parapolicial combate a plagiarios

Juan Pablo Becerra-Acosta
Milenio Diario
18 de mayo de 2009

* El Grupo nace del hartazgo ciuadadano ante la “incapacidad del Estado” para contener la violencia

* Surgió hace 12 años; es financiado por empresarios, comerciantes y profesionistas, y opera con el conocimiento de autoridades federales y estatales. Negocia con delincuentes la liberación de víctimas, pero también los persigue, captura, interroga y decide quién muere


El jefe operativo de El Grupo asegura:

—Hacemos justicia.

—¿Justicia anónima?

—Así tiene que ser…

El Grupo surgió hace 12 años. Empresarios, comerciantes, profesionistas, algunos académicos, todos padres y madres de familia, gente de clase media alta, alta y muy alta, ciudadanos hartos de la impunidad con que operaba la delincuencia en sus modalidades de plagio y secuestro exprés (ahora también extorsiones), decidieron, ante la incapacidad del Estado para contener la ola delictiva, organizarse.

Convinieron en estructurar y financiar un grupo de protección que pudiera negociar con secuestradores para no perder sus patrimonios con el pago de millonarios rescates, pero que tuviera también capacidad para realizar sofisticados trabajos de inteligencia y de seguimiento de campo para localizar, capturar e interrogar plagiarios.

El Grupo ha sido llamado por empresarios para operar en varias entidades de la República: al menos en una del norte, tres del centro y una más del sureste del país. Quienes financian esto tienen diversas ideologías, religiones y orígenes culturales.

El líder operativo de El Grupo afirma que no pretenden suplantar a las autoridades, sino suplir sus vacíos, copar sus carencias. De hecho, la mayoría de veces operan desde el anonimato, pero en conjunto con diversos cuerpos policiales municipales, estatales y federales.

“Hay excelentes policías en lo individual, pero El Grupo existe como consecuencia de las malas policías en general y de los jueces corruptos que hemos padecido, esos que liberan a un secuestrador que viola y mutila sin remordimiento alguno. Y eso no puede seguir ocurriendo en este país”, dice El Jefe, quien agrega: “Hacemos justicia donde el Estado no la aplica”.

Casi todos los altos mandos policiacos federales y estatales de las regiones donde actúa El Grupo —afirma su jefe operativo— están al tanto de sus acciones: las autoridades aprecian y utilizan sus pesquisas y sus labores de inteligencia para combatir al hampa, sostiene.

El reportero fue testigo de una llamada entre un funcionario federal de elevado rango y El Jefe horas después de la captura conjunta de un grupo de peligrosos secuestradores. Lo mismo ocurrió con un mando medio de una entidad.

Sin embargo, en ciertos operativos organizados por El Grupo, literalmente se trata de un comando parapolicial que usa civiles y recluta selectivamente uniformados en activo y ex policías para actuar con discreción y eficacia.

Cuando estos hombres, diestros en el uso de armas cortas y largas, expertos en disciplinas de defensa personal y combate, algunos entrenados en al menos dos países, hacen sus propias detenciones e interrogatorios (que incluso filman), suelen entregar a los criminales a las autoridades.

Pero no siempre ocurre así.

En ocasiones los interrogatorios de El Grupo son severos, torturantes. Y hay que decidir no sólo quién no es entregado a la autoridad, sino quién vive y quién no…

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—¿Qué ocurre cuando ustedes agarran a esa gente y la interrogan?

—Es que tú agarras a uno y te va a decir: ‘No, yo fui nada más el negociador’, y ahí se aferra en no confesar más. Y entonces ya empiezas a golpearlo.

(En los videos entregados a MILENIO fueron editadas las partes de las golpizas. Es el caso de un secuestrador sentado en una silla, al que le fue cubierto el rostro con una toalla. En otro —que al final no fue facilitado—, un secuestrador recibe una tunda envuelto en un costal.)

“Si agarras al negociador tienes mucha ventaja porque éste va a decir: ‘Es este el que me mandó’. Por eso tampoco puedes matar a todos, porque tú matas al negociador y éste nunca va a declarar quién es el jefe, por eso no puedes deshacerte de él. Es decir, lo necesitas para que apunte (delate) al malo. Y al mero malo tampoco lo puedes matar, porque él es el jefe y tiene que declarar: ‘Pues sí, yo soy el jefe y decidí secuestrar a tal persona’. O al que puso a la víctima, por ejemplo, una secretaria. No puedes matar a la pinche secretaria, a la pobre secretaria, que por una lana hizo eso y que en las declaraciones va a decir: ‘Él fue el que me dio el dinero por poner a este’”.

—¿Quién muere?

—¿Quién sí se puede morir? El que violó a la chavita, el que le cortó el dedo a alguien… Porque ya no importa en la averiguación si él declara o no declara. Normalmente los que cortan, torturan o violan son los pinches cuidadores, que tienen un nivel (moral) ínfimo… Son los más mierdas, los que están ahí, acomplejados, porque ni son jefes y sólo van a ganar 10 mil pesos por cuidar a la víctima y tratarán de aprovecharse de ella… Esos están locos, porque a la víctima la madrean, la violan y la disfrutan… ¿Para qué viven esos?

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Así que a veces algunos de esos “monstruos”, como les dice El Jefe, no llegarán a prisión.

Los alcanza… Dios.

La justicia de El Grupo.

La “justicia que no proporciona el Estado”, explica.

Esos “desgraciados infelices” caerán en enfrentamientos, aparecerán muertos en alguna calle, en una plaza. Incluso, alguno que sí fue consignado y juzgado perecerá dentro de una cárcel, suicidado de numerosas puñaladas…

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—En el estado norteño, ¿qué pasó? —se le pregunta a El Jefe.

—Nos buscaron luego de saber que habíamos operado con éxito en otro estado. Estaban asolados por los secuestros. Se hizo el trabajo de campo, se hizo una red de información, se hizo todo y se entrenó al grupo local. En la prueba final les dijimos: ‘Levanten a estos cuates’. Y sí, se les detuvo, se les interrogó y declararon que ellos eran los secuestradores. Y se toma la decisión allá, que no fue mía, fue de otro cabrón, de los empresarios, que dijeron: ‘A esos cabrones hay que matarlos y dejarlos en tal zona’. Y lo hacen y funciona muy bien una época…

—¿Y dónde los tiraron?

—Los dejaron en el centro, en la plaza principal, muertos…

—¿Hace cuántos años?

—Hace ocho o nueve años. Fue muy comentado en el ambiente policial y delictivo. Ya nadie quería meterse a eso, nadie se quería meter con nosotros, ya nadie quería ser secuestrador ahí…


Ha operado en al menos cinco estados, pero pidió a MILENIO no revelar cuáles. Foto: Archivo
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Los medios de comunicación suelen reseñar brevemente estas ejecuciones en alguna página perdida, pero “no dan una: los atribuyen equivocadamente a cosas del narco, aunque es mejor así”.

Ese ojo por ojo, en ocasiones, alcanza también a familias de los hampones: “Hemos cometido errores y abusos de los que nos hemos arrepentido; eso hay que irlo corrigiendo, pero no es sencillo saber quién está muy involucrado, porque sí están involucrados en eso que llaman la base social del crimen organizado”.

No obstante, El Jefe asegura que quienes financian El Grupo y operan en él no tienen tentaciones autoritarias que se vayan a salir de control: “Todos somos demócratas convencidos, gente con valores, moral y ética, pero… estamos hartos de la impunidad. Cuando haya policías confiables, no corruptas, no coludidas con secuestradores, policías que sean eficaces, ya no tendrá sentido que existamos. Pero mientras…”.

Y la gente de El Grupo parece que no es la única harta: habría al menos otros dos comandos similares e independientes operando actualmente en dos entidades, uno en el norte y otro del centro del país. Autoridades de esos estados confirmaron los indicios que tienen al respecto. Un tercer grupo operó antes en un estado del sur, caso igualmente aceptado por funcionarios de esa entidad, quienes afirmaron que desapareció una vez que los secuestros de alto impacto desaparecieron.

Además de los mandos policiales y gubernamentales mexicanos que saben de esta realidad, autoridades de otros dos países tienen conocimiento de El Grupo: dos ciudadanos de ambas naciones fueron rescatados sigilosamente por comandos de esta agrupación. Los gobiernos de esos países premiaron en secreto a la gente de El Jefe.

Así lo constató el reportero con los reconocimientos que observó y con documentos clasificados de la continua colaboración anticriminal entre El Grupo y oficinas de inteligencia policial de esas naciones.

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Para que el jefe de El Grupo aceptara hablar, luego de una investigación de casi un año realizada por MILENIO, que concluyó gracias al olfato periodístico del director de este diario, Carlos Marín, se convino aceptar sus condiciones:

1. Esperar sus contactos y no contactarlos: el primer acercamiento fue a través del correo electrónico del reportero, cuando publicó una columna sobre el tema en junio de 2008. Los sucesivos acercamientos fueron por medio de llamadas telefónicas de aparatos callejeros hechas por ellos.

2. No ver ni una sola vez sus rostros. Ni una. Cero fotos.

3. Ser trasladados con pasamontañas al lugar de las charlas en los horarios propuestos.

4. Difuminar caras, cuerpos y locaciones en los videos que fueran entregados (vea este lunes, a las 10 de la noche, MILENIO Noticias con Ciro Gómez Leyva).

5. Distorsionar voces grabadas de interrogadores e interrogados.

6. No preguntar por nombres de los empresarios que financian estas operaciones.

7. No publicar ningún nombre de mandos (y tropa) policiales ni funcionarios gubernamentales que saben de su existencia y operan en conjunto con El Grupo, y que fueron citados en las charlas. Tampoco el nombre de los países con conocimiento de los hechos.

8. No precisar los estados donde operan.

9. No citar las identidades de delincuentes torturados o ejecutados. Cambiar los tiempos y las circunstancias de esos hechos.

10. Una vez utilizados, destruir grabaciones y videos.

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Para cotejar la verosimilitud de la narración del jefe de El Grupo, MILENIO tomó cuatro decisiones:

1. Hablar, aunque fuera off the record, como ocurrió, con fuentes policiales de alto nivel.

2. Contactar, en los mismos términos, al menos a un empresario que pudiera tener conocimiento de la existencia de la organización. Así pasó.

3. Hablar con alguna víctima rescatada por El Grupo. Hubo dos acercamientos. El primero con una mujer de doble nacionalidad, quien aceptó dar una entrevista para platicar su experiencia y dejar testimonio de que, “si no fuera por el rescate de El Grupo, yo estaría muerta” (poco antes de la charla grabada desistió). El segundo caso no aceptó.

4. Verificar documentalmente algunos hechos decisivos, como un par de ejecuciones. Así se hizo.

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Por el hartazgo ciudadano frente a la violencia, se corría el riesgo de que esto ocurriera. Ya sucedió, ya sucede: El Grupo existe. Su historia —su forma de operar, sus métodos, sus extremos, sus límites— es narrada a MILENIO con detalle por su líder operativo.

- Claves

Otros intentos

• En enero pasado, el Comando Ciudadano por Juárez distribuyó un correo electrónico, en el que daba de plazo a las autoridades el 5 de julio para terminar con la violencia. De lo contrario comenzará a asesinar a delincuentes.

• En el mismo documento se convocaba a los ciudadanos a denunciar a los criminales “que han contaminado la región”, y llamó a los juarenses para que se unieran al movimiento en pro de la paz de la ciudad.

• El grupo clandestino dijo entonces que no pretendía interferir o suplantar a los órganos de gobierno federales, estatales o municipales y confirmó su confianza en las instituciones, pero no en sus funcionarios.

• La SSP federal anunció una investigación a través de la Policía Cibernética, aunque por
el momento no se han conocido de avances de las pesquisas.


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“Si los plagiarios son narcos, mejor hacerse a un lado”

Juan Pablo Becerra-Acosta
Milenio Diario
19 de mayo de 2009

* El Jefe rechaza que la organización funja como grupo de ajusticiamiento
* Aunque irregulares, las acciones de El Grupo tienen el apoyo de las autoridades federales y estatales, reitera el líder de la organización en la entrevista con MILENIO. “Solos no podemos, pero tampoco ellos; al final lo que cuidamos es no convertirnos en una brigada blanca”


A veces, para El Grupo —comando justiciero parapolicial que ante la impunidad delictiva ha combatido secuestradores en al menos cinco entidades del país y es financiado por empresarios, comerciantes y profesionistas de altos recursos económicos— la justicia del Estado no es suficiente.

A veces no basta investigar, cazar, detener, interrogar —incluso torturar— y entregar delincuentes para que sean consignados por las autoridades. A veces, ante la brutalidad de los secuestradores, violadores y asesinos, la justicia llega… de otras formas.

Y esas maneras perturban a algunos de quienes financian sus actividades.

—Cuéntenos lo de la cárcel, lo que le ocurrió a un preso y sentenciado por secuestro, violación y homicidio de una joven, y las reacciones de algunos empresarios… —se le pide al jefe operativo de El Grupo.

—Como grupo me he enfrentado con que unos empresarios me citan un día en la noche y me dicen: “Vienen todos y necesitamos que te presentes”. Uta, y yo, ¿ahora qué chingaos hice? Y entonces un líder empresarial empezó a hablar: “¿Qué tienes que ver (azota la mano contra un periódico imitando al empresario) con esto? ¿Qué tienes qué ver con estos güeyes que se acaban de morir en la cárcel y que están aquí en el periódico?” Eran los cabrones que secuestraron, violaron y mataron a (…) y que la apuñalaron 15 veces, cabrón. Y se murieron todos cuando intentaron salir de la cárcel. “¿Qué tienes que ver (azota la mano otra vez en el periódico)?” Ahí, enfrente de todos. ¿Qué quería demostrar ese cuate? ¿Qué yo mato gente? ¿Entonces qué, si yo mato gente, no te me acerques?

—¿Y quién los mató?

—No, pues yo les dije: ‘Dios… Dios es grande. Dios es un chingón. ¡Es un chingón!’.

—Pero Dios… —no deja concluir la frase.

—Te voy a contar… estos hijos de puta igual se murieron con las mismas puñaladas que le metieron a (…). Decía en el periódico: “Se murieron con 15 puñaladas los asesinos de (…), que a su vez murió con 15 puñaladas”. Entonces, yo les dije a los empresarios: “Dios es grande. ¡Chinguen a su madre todos ustedes!”, los que protestaban, que no eran todos…

El líder operativo de El Grupo enciende un cigarrillo, inhala, reflexiona, y explica:

—El mensaje es: ‘Tú te metes con una mujer protegida por El Grupo, tú la violas, tú la matas y yo voy tras de ti, te meto al pinche bote, te sentencio 40 años… ¡y luego te mueres, cabrón!” Al empresario le dije: “¿No lo entiendes? Los que tienen hijas lo entienden”. Entonces: “Chinga tu madre, mi querido empresario”.

Le da otra calada profunda al cigarro, y concluye:

—Y cuando necesitan resolver los problemas, entonces sí, me mandan a mí, al vengador anónimo, al Grupo… Ahora la mayoría participa porque ellos creen en esto. Los resultados son demasiado fuertes para no creer. Saben que tenemos experiencia. Tal vez al principio no todos confiaron en nosotros, pero después de 10 secuestros resueltos ya sabían quiénes éramos y sabían que habíamos sido muy exitosos en traer de regreso a las víctimas.

—Pase lo que pase, al final los apoyan…

—Nos apoyan porque no tienen opción. A veces pienso... a veces les digo a los que protestan: “Ustedes quieren que el jefe de El Grupo sea bonachón, que le toque la puerta a los secuestradores (golpea una mesa de madera como si golpeara una puerta) y les diga: ‘Ay cabrón, ya entrégame al cabrón, ¿sí?’” ¡Para estar en esta pinche mesa y hacer esto tienes que ser un hijo de puta! Mentalmente tienes que ser un hijo de puta, no te queda otra. Y ser un hijo de puta para que, después de que agarras a putazos a un cabrón, puedas llegar a tu casa y acariciar a tu familia…

Otra pausa, otra inhalación de humo.

—No es fácil…

—Te puedo decir que está de la chingada. La adrenalina sube de grado… Uno se puede volver loco. Hay gente de El Grupo que ha caído. Poco a poco me he quedado con menos gente, con gente más selecta porque tienen miedo: nos han matado a un chingo, a policías infiltrados, a gente nuestra…

—¿Tienen miedo de qué, de las venganzas?

—Pues sí, estamos en la rayita… Como dicen: “Tú eres el único que tienes los güevos para ir y te vale un carajo”. Y la verdad, pues sí. Yo no amenazo: yo cuando digo una cosa El Grupo la va a cumplir…

El Grupo opera muchas veces de forma clandestina, pero la mayor parte de sus acciones de inteligencia, de establecimiento de redes telefónicas, de seguimiento de delincuentes y de operativos para atraparlos son realizadas en conjunto con los cuerpos policiales federales, estatales y municipales de los sitios en los que funciona, afirma su líder operativo. Y esos mandos policiales saben de sus estrategias, de sus métodos...

—Esta manera dura de interrogar a los secuestradores antes de entregarlos a la policía, o con la policía presente, ¿es la única forma de sacar información fuerte, pesada? —se le pregunta a El Jefe, quien habla de las técnicas para lidiar con los plagiarios.

—Es la única efectiva. No hay otra. Pero en etapas. Normalmente hay tres formas de sacar información. Una es sicológica: “Si tú me dices todo, te voy a ayudar, y a los demás nos los chingamos. Aquél ya dijo que tu eres el jefe”. Y vas con el otro y le dices: “No, pues aquél dice que tú eres el jefe, entonces, si tú me das la información, no toco a tu esposa, no toco a tus hijos”. Hay ciertos arreglos. Lo vas a ver en el video que te voy a dar, ahí se manejó esa situación y (menciona el apodo de un secuestrador) habla hasta por los codos…

—Otra…

—La segunda sí es a putazos y madrazos, fuerte. Interrogatorios a base de mucha… pues sí, tortura… Pero más que tortura, es miedo al cabrón que te está agarrando a putazos.

—Y ahí sí suelta la sopa a todo mundo…

—Pues no creas, hay muchos que se amarran…

—¿Sí?

—(Un famoso secuestrador) se amarró en eso (….) Cuando lo agarramos, dije: “Este güey no va a hablar”. Se los dije (a los mandos policiales federales). “Ya lo tenemos aquí arriba (en las oficinas policiales federales) y aquí no lo podemos madrear, cabrón”, le decía yo a (alto mando). Y ahí es donde se utiliza la tercera forma: el teatro. “Déjamelo tantito” le decía yo, “ahí tenemos a su esposa, déjame a la pinche esposa un ratito”. Y (el mando policial federal) me decía: “No, que la chingada, pinche (…), estás muy enojado, los vas a putear”. Y yo le decía: “No, aquí no podemos, tú tranquilo”.

Bebe agua El Jefe, camina, vuelve, se sienta y narra:

—Ahí es donde se utiliza la tercera forma, el teatro. Esa vez me dejaron en un cuarto a la novia, la desnudamos toda a la pinche vieja, traje al (delincuente) encadenado, y le dije: “Ahí está tu pinche vieja, ya la viste toda desnuda; oquei, ahorita nos la vamos a coger todos, cabrón”. Entonces lo volví a regresar y fui con la vieja y le dije: “Mira, yo no te quiero tocar, no te quiero putear, no te quiero hacer daño, pero quiero que tus gritos convenzan a este hijo de puta de que lo estoy haciendo y te voy a soltar, y créeme que sí te suelto, porque sé que tú no estas metida, pero los gritos que vas a tener que dar ahorita tienen que convencerlo”. Y empezó a gritar: “¡Me está violando este hijo de puta!”… Y el otro dice: “Oquei, ¿qué quieren?” Entonces le dije (al mando policial): “Filmen ahí a través del vidrio y déjenme entrar”. Y le digo al cabrón: “Te chingaste a cinco empresarios, tu puta pinche voz, no hay nadie en este mundo que tenga la pinche voz igual que la tuya de ogro, pendejo O sea no hay para dónde moverte. La pinche vieja, tu vieja, está ahí y me la voy a volver a coger y se la van a coger todos. Les cortaste el dedo a dos cabrones. Como no te puedo cortar el dedo de la mano, te corto el del pie”…

El Jefe le quitó una bota al secuestrador y pidió un hacha de incendios, cuenta, con voz que no cambia de entonación:

—Me acuerdo que me dijo (el mando federal) bien asustado: “Estás loco (…)”. Y yo: “No pasa nada, no se lo voy a cortar, tranquilo, pero que vea que tengo el hacha el cabrón, y los dedos de su pie en la mano”. Entonces, el hijo de puta empezó a hablar hasta por los codos y lo filmamos todo. Esa filmación la editamos, se la mandamos a (un periodista) y la pasó en la televisión Este güey (el secuestrador) usaba tarjetas normales, no robadas. El hijo de puta pensaba que nadie lo iba a agarrar: traía una American Express a su nombre, el cabrón…

Podría pensarse que El Grupo no tiene mucha prudencia. Ni límites. Pero no es así. Sus miembros también temen. Le temen al narco. Cuenta El Jefe:

—El problema es que hoy los secuestros, por ejemplo en (el estado norteño del país), ya son de narcos, de zetas. Y no es nada más miedo al armamento, sino que con estos güeyes es diferente: el riesgo que llevas en esto es alto. Cuando empiezas a hacer redes (telefónicas y de seguimiento fotográfico) y empiezas a encontrarte que los del secuestro son sicarios, narcos, si se dan cuenta te matan en tres segundos, estás muerto. O el policía que se involucre conmigo, está muerto. Entonces, cuando yo siento que hay narcos dentro de un secuestro, normalmente nos hacemos a un lado. Se lo dejamos a las autoridades…

—¿Cómo definir al Grupo? Muchas veces trabaja clandestinamente, pero en la mayoría de ocasiones funciona a la par de la autoridad. ¿Es una simbiosis de ciudadanos y policías?

—Así es. Tienes que trabajar con la autoridad. Al final, solo no puedes, como ellos no pueden solos… Pero lo que hay que cuidar es que no caigamos en que esto es una brigada blanca. Déjame explicarte…

—¿No es brigada blanca?

—No es una brigada blanca…

—¿Es una brigada negra?

—Yo digo que es gris, si le quieres poner un color. No puede ser una brigada blanca porque no salimos a ejecutar por conservar el poder de unos caciques políticos o económicos. Aquí vamos contra los delincuentes, contra monstruos. Yo lo que digo es que en todo este lío lo primero que tienes que tener en tu mente es esto: “Lo hago, no por venganza, lo hago por justicia”. Eso es primero…

—Digamos que es una brigada justiciera gris…

—Sí, pero no exactamente, porque trabajas con las autoridades, y si a mí las autoridades me aseguran que el cabrón al que voy a agarrar lo voy a entregar y lo van a dejar 40 años en la cárcel y va a sufrir el hijo de puta, no tengo ningún problema…

—¿Y si no?

—Y si no, tenemos que hacer algo…

—Matarlo…

—Pues sí. Le das un balazo en la cabeza y (hacemos parecer que) cayó en un enfrentamiento. No te queda otra, porque si la misma policía está involucrada, si la misma policía lo va a soltar, o los jueces, ¿cómo paras eso?

—¿Eso es lo que explicaría que en cierto momento los interrogaran, los madrearan y, eventualmente, como se dio hace años en (un estado norteño), los colgaran de los cojones?

—Sí…

—¿Cómo le llamaríamos a esto que empieza a ocurrir? ¿comandos ciudadanos-policiales?

—Pues ojalá existan más, que esto se replique, aunque se necesitaría una capacitación muy fuerte, con ética, con moral. Que tengan mucho cuidado, porque la línea de brigada blanca, de ir a matar cabrones… En (otro estado) se creó un grupo muy secreto, ajeno a nosotros, y están matando cabrones a lo loco, porque es bien fácil llegar y matar cabrones. No necesitas mucha investigación para llegar y decir: “En ese lugar están vendiendo droga y ahí hay cuatro pendejos que son malos”. Y entonces llegan estos cabrones con metralletas y los matan. Eso es una brigada blanca. Nosotros no hacemos eso. Yo no hago eso. Para agarrar secuestradores necesitas un grupo supercerrado, supercapacitado, que investigue bien, que documente bien, que compruebe bien y eso se hace con muchísima lana y con mucha fuerza moral.

—Entonces, ustedes suplen las carencias de la policía, del Estado…

—Sí. Esto no puede ser un grupo de poder en manos de un cabrón sin ética que piense en eso: que es un grupo de poder con beneficio político o empresarial para eliminar al contrario. Nosotros no queremos ni puestos ni mandos ni pertenecer a ninguna policía, no queremos que nos reconozcan públicamente… Yo existo porque, con excepciones, tenemos una policía fallida. Una policía que, salvo ciertos grupos, no puede (contra la delincuencia). Tú pagas impuestos para que el gobierno te proteja y el gobierno no lo hace. Así de simple…

—Hay información de que esto se está repitiendo más allá de ustedes…

—Ojalá se repita. Ojalá funcione y tenga la capacidad para resolver el problema, pero si es un detonador para que la gente haga brigadas blancas y maten al primero que pase en la esquina... no sé si me explico… Yo le pregunté a un cabrón que se vengó: ‘Estás seguro 100 por ciento que son ellos? ¿Tú mataste a estos ojetes y estás seguro de que ellos violaron, chingaron y mataron a la hija de (un empresario) y no te los inventó un pinche policía?’ Ese es el punto…

—¿Qué sienten al final?

—Bueno, cuando agarras a todo el pinche grupo y les pones en su madre, tu propio grupo y el de policías con los que operamos, pues ellos se sienten con la adrenalina bien. Se sienten bien de que hicieron su trabajo, de que los agarramos y les rompimos la madre, aunque no salgas en la tele, porque la mayoría de las veces salen otros que no son los que realmente los agarraron. No se puede… Fíjate: el mejor cumplido que me han hecho luego de una operación del Grupo es esta: un policía volteó y me dijo: “Ojalá pudiéramos clonarte, cabrón, para tener aunque sea cuatro o cinco como tú”. El asunto es no enfermarte de ese poder…

—¿Se arrepiente de madrear cabrones, de que algunos hayan muerto?

—Nooo… De esos, no.

—¿Cómo explica esto para usted?

—Pienso que alguien nos puso en este pinche camino para no dejar las cosas como están. Somos odiados o queridos, aquí no hay medias tintas. Yo le puedo mentar la madre y mando a chingar a su madre a un empresario que proteste, pero el cabrón sabe que necesita de mí porque le pueden secuestrar a un familiar y que El Grupo sí lo resuelve..

—¿Entonces qué es esto? ¿Justicia anónima?

—Así debe ser…

6 comentarios:

  1. Anónimo6:48 p.m.

    Era lógico que esto tenía que suceder, pero al final de cuentas como dice el dicho "ladrón que roba a ladrón" o mas bien "asesino que mata a asesino" ...... se le perdona...pero sigue siendo asesino.

    La justicia es ciega, pero si sabemos que un grupo vulnerable especial, es el de clase baja y que la mayoria de los mexicanos somos de clase media y que con esta crisis los pinches secuestradores no discriminan...entonces, ¿qué pasa con la gente que no puede pagar este tipo de "justicia"? ¿la justicia es sólo para quienes tienen dinero?

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  2. Anónimo12:52 p.m.

    Me parece bien que maten a todas las malditas ratas de 2 patas que hay en la cuida, ya que el tipico dicho que dicen "roba por necesidad", no es sierto roban por ojetes viciosos ya que la persona de corazon noble no asalta trabaja de lo que sea por que ya sabe lo que es ganarse el pan con el sudor.

    "MUERTE A LAS RATAS"

    SI NO TE HAN ROBADO QUE SUERTE PERO DESGRACIADAMENTE HAY TANTA RATA QUE A TODOS NOS TOCARA UN DIA O DOS O TRES Y ASI HASTA QUE SEAN ANIQUILADAS.

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  3. Anónimo10:24 p.m.

    Concuerdo con el del primer comentario, las personas que no tenemos el dinero para pagarle a El Grupo o similares, nos jodemos.

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  4. Anónimo2:52 p.m.

    No soy quien para decir si esto es o no justicia, pero en lo que si estoy de acuerdo es en los dichos de que "el que a hierro mata a hierro muere?, y "el que mal anda mal acaba", no se como merezca morir alguien que mata, mutila y/o secuestra a cualquier tipo de persona, el hecho es que debe y de alguna manera tiene que pagar por el sufrimiento causado a otros sin causa o motivo aparente que el de obtener dinero facil.
    Ojala terminen con este tipo de gente y le pido a dios que jamas haya una equivocación.
    Saludos

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  5. Anónimo5:58 p.m.

    estoy totalmente de acuerdo. aunque ya ha muerto mucha gente en nombre de hacer justicia y habra mucha gente inocente que ha de morir por estar en las circunstancias equivocas. Pero esto nos debe ayudar a reconstruir este pais porque estamos en la ruina moral. Como podremos no sentir que queremos salir corriendo sabiendo que hay jovenes de tan tiernas edades muriendo en circunstancias tan violentas por un secuestro o porque los enviciaron y los mandaron a vender el veneno. que estan arruinando el futuro de nuestro pais porque las heridas de esta guerra y la descomposicion social a la larga va a tener un precio my alto y una condicion . veamos a el salvador , guatemala y honduras tratando de reorganizarce despues de tanto odio y violencia de las guerra.. porque si sobrevivimos de esta,, vamos a tener que reinventarnos despues de esta experiencia tan horrible donde practicamente el narco tomo control del pais.

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  6. Anónimo11:27 a.m.

    Lo bueno de todo esto, es que hubo gente con los suficientes para hacer algo en lo que está sucediendo hoy en día. En la década pasada se le asoció al secuestro como una industria en crecimiento. Gracias a la oportuna intervención de ésta gente; se logro controlar y casi extinguir. Pero ahora el crimen encontró otra tangente que fué asociado con el Narcotrafico. Ojalá y hayen la manera de ésta gente tome cartas en el asunto, pués la prueba está nuevamente. La autoridad federal y militar no han tenido el suficiente valor moral de controlar lo que hoy sucede en el pais y siguen arrastrando a mucha gente inocente


    PATRIA Y LIBERTAD..........

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