16.3.09

¿Cómo empezó todo?

¿Cómo empezó todo?

Aprovechamos este lunes de puente para hacer una recapitulación de cómo empezó la crisis en la que estamos. Para ello echaremos mano de Macario Schettino para un primer acercamiento.


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Otra vez
Macario Schettino
Economía 2.0
Blog de El Universal, 16 de marzo de 2009


(...)

1. El origen de la crisis es un exceso de consumo en los países industrializados, específicamente en Estados Unidos, pero no sólo ahí. Ese exceso de consumo resulta de una reducción en el ahorro de los hogares y un incremento en su deuda. En ambos casos, esto ocurre porque las tasas de interés fueron muy bajas por mucho tiempo. Sin duda, hay una causa más profunda, que es una tendencia excesiva a consumir que por décadas hemos asociado al capitalismo, y más concretamente, a la versión estadounidense del capitalismo.

2. Las tasas de interés fueron muy bajas en Estados Unidos, por demasiado tiempo, debido a dos intervenciones del Estado. Por un lado, la Reserva Federal, que decidió mantener la tasa baja para impedir una mayor recesión en 2001, especialmente después del ataque a las torres gemelas. Por otro, el gobierno chino, que para mantener su moneda subvaluada optó por colocar buena parte de los dólares que obtenía por exportaciones en bonos del gobierno de Estados Unidos, provocando una caída en la tasa de interés que estos pagan. Estos dos fenómenos provocaron tasas de largo plazo muy bajas para las hipotecas.

3. Hay una tercera intervención del Estado que es relevante, y es la decisión de promover la adquisición de vivienda incluso entre personas que normalmente no calificarían para créditos hipotecarios normales. Estas personas son las que después se calificarían como “sub-prime”.

4. A esta decisión impulsada desde el gobierno se suma pronto la codicia, que lleva a otorgar créditos ya no sólo a quienes normalmente no calificarían, sino a quienes nunca debieron recibir un crédito. Se trata de los clientes “ninja” (no-income, no-job, no-assets, es decir, sin ingreso, trabajo o activos).

5. Pero esta irresponsable acción no es la única. En la lógica iniciada en los años 80 de multiplicar la utilidad de los instrumentos financieros, se crearon dos instrumentos después del 2000 que se convirtieron en aceleradores de la “burbuja”, y por lo tanto de la crisis. Por un lado, los Credit Default Swaps, (CDS), instrumentos que funcionan de manera muy parecida a un seguro de vida, pero en este caso asegurando el pago de una deuda. A diferencia de lo que ocurre con los seguros de vida, en los que es fácil saber la probabilidad de que alguien muera con base en su edad y hábitos, simplemente no tenemos información acerca de la probabilidad de que alguien no pague una deuda. En consecuencia, a estos CDS no se los podía poner precio adecuadamente. En otras palabras, en lugar de reducir el riesgo, estos CDS lo incrementaban.

6. El otro instrumento fue la construcción de paquetes de créditos inmobiliarios que, a diferencia de lo que se hacía antes, no incluían créditos identificables, sino pedacitos de diferentes obligaciones, con muy diferentes niveles de riesgo, por lo mismo, con la misma dificultad de asignarles precio que los CDS.

7. El inicio de los problemas puede fecharse a mediados de 2006, cuando la caída en el mercado inmobiliario empieza a notarse en los precios de las casas. Para mediados del año siguiente, las inmobiliarias casi-públicas Fannie Mae y Freedie Mac ya estaban en serias dificultades. Pocos meses después, fue Bear Stearns la empresa que entró en dificultades, pero el gobierno de Estados Unidos decidió asumir los costos, para evitar mayores problemas. En septiembre pasado, frente a una situación similar, en una empresa mucho más grande, Lehman Brothers, el mismo gobierno decidió dejarlos quebrar, ante la duda de si estarían fingiendo para estafarlo. No estaban fingiendo, y la crisis que tanto se había pospuesto dio inicio.

Como puede verse, hay en esta crisis muchos elementos, ninguno de los cuales debería considerarse como la causa única, porque no la hay. Se puede culpar al capitalismo, orientado a la ganancia y el consumo; o se puede ir más lejos y culpar al capitalismo estadounidense, que es todavía más proclive al consumo mencionado. Se puede responsabilizar a la codicia de los financieros, pero igualmente a la irresponsabilidad de los gobiernos.

La crisis es producto de una combinación, tan desafortunada como quiera, de esa proclividad por el consumo, sumada a tasas de interés demasiado bajas, que nunca actuaron como señales porque los gobiernos no las dejaron, produciendo una inmensa burbuja. En ella, había personas especialmente vulnerables, que no deberían haber recibido créditos porque no tenían como pagarlo, pero también había instituciones financieras que otorgaron créditos que no deberían haber otorgado, pero que además luego revendieron, enmascarándolos en paquetes hipotecarios que no permitían evaluar adecuadamente el riesgo.

Una vez estallada la crisis, ya no puede corregirse lo anterior. Dicho de otra manera, lo perdido está perdido, y nada de lo que hagamos ahora puede reducir la pérdida, pero sí incrementarla. Mientras más tarda uno en resolver un problema financiero, mayor será éste. Nunca será menor. El límite inferior del costo de esta burbuja es de 20% del PIB de Estados Unidos (cosa de 3 millones de millones de dólares), pero ya lo dejamos atrás hace un par de meses. Ahora debemos estar en un costo mínimo de 4 trillones. Eso va a costar el rescate del sistema financiero estadounidense, que es el rescate del ahorro de ese país, y de la estabilidad financiera mundial. Una vez realizado ese rescate, sea a través de la nacionalización temporal de los bancos o de la creación de un banco “malo”, similar al Fobaproa nuestro, ya podrán funcionar los paquetes de estímulo que tantos gobiernos han arrancado, hasta ahora sin éxito.

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