15.7.06

Caídos en la batalla / Por Alberto Serdán

Caídos en la batalla*

Las elecciones presidenciales de 2006 han dejado muchos caídos en la batalla. Quizá el aspecto más preocupante es la pérdida de la capacidad de diálogo en la sociedad producto de descalificaciones, generalizaciones y estereotipos.

Para construir argumentos, los diferentes actores han partido de supuestos falsos bajo una idea vaga del "otro". Así, con esta vaguedad, los simpatizantes de Calderón satanizan las propuestas y acciones de AMLO y sus seguidores bajo el discurso del "peligro". Del otro lado, por lo visto, las cosas no mejoran pues nos sumergen en un mar lleno de “pirruris” y de bloqueos. Más aún, tales posturas no son sólo de los “políticos” pues este lenguaje y esta actitud han permeado a la sociedad en su conjunto.

Cuando creíamos haberlo visto y escuchado todo, nos las ingeniamos (políticos, ciudadanos, mexicanos todos) para que la intolerancia y la cerrazón sigua su curva ascendente. Ejemplo de ello son las guerras de correos electrónicos, las campañas para “despejar” la ciudad, los llamados hipócritas a la negociación “si y solo si mi opinión es la que impera” y, peor aún, el silencio como mecanismo de autodefensa para evitar los malos ratos que nos hacen pasar las discusiones políticas.

Es una pena. Los problemas nacionales son urgentes y alarmantes que requieren de discusiones a profundidad y de acuerdos mínimos, no del silencio o la cerrazón. Posicionamientos como los mostrados hasta el momento evitan a toda costa la construcción de tales acuerdos y el planteamiento serio de propuestas que resuelvan problemas cotidianos como la pobreza, la inseguridad, la falta de empleos dignos y bien remunerados, la pérdida de la competitividad (por no hablar de problemas más profundos y estructurales como la desigualdad social y la indiferencia ante el estado de derecho).

No obstante, el momento actual es delicado y hay que reconocerlo. Desde la época de la Reforma no habíamos tenido esta polarización. Requerimos de paciencia, prudencia, talento, imaginación y capacidad de escucha y de diálogo. Si estas cualidades no relucieron en las campañas, ahora es imperante rescatarlas (y hacer un esfuerzo por evitar ser presa sólo de sentimientos al opinar) pues son escudos ante la posibilidad real de la confrontación violenta.

Por lo demás, éste ha sido un proceso electoral agotador, inconmensurablemente caro, largo y devastador del tejido social. Quisiera ver con cierto optimismo que los mexicanos habremos aprendido esta lección para no volverla a permitir, para dialogar, para avanzar.

* Publicado originalmente en Lo Quiero Todo.com

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