19.5.06

Detrás de la ventana / Por Alberto Serdán

Detrás de la ventana está lloviendo. Mientras, con un cafecito y un poco de gripa aquí adentro pienso, recuerdo, me emociono.

¿Sabes? en estos meses –¡qué rápido pasan!– descubrir un poco más de ti y un poco más de mí son el sabor de cada día: construir historias ha sido la constante mientras todo pasa entre nosotros.

Martín Santomé hablaba de “lo nuestro”: eso tan tuyo y tan mío que nos junta, esas dos individualidades que nos encantan, esos dos cuerpos que se abrazan.

Y es que son historias llenas de detalles: el café en la sala, el vasito con agua, las velas que sólo observan, el está–sonando–el–teléfono, las nubes en la azotea, las manzanas deshidratadas, el a–dónde–vamos–a–comer–no–sé–adonde–tú–digas, las llaves que se pierden, los momentos eternos de despedida, los mapas y los rompecabezas.

Todo eso y más –mucho más– es lo que le da sentido a la vida, que junto con sensaciones, aromas, sueños y deseos, convierten al amor en una verdadera lámpara de inagotable aceite –aunque lo dude Jaime.

Decir tu nombre o “amor”, “amiga” o “mujer” son palabras que sin duda adquieren un significado mayor como aquellas dos que estremecen tan sólo al oírlas: te amo.

Pues bien, todo esto pasa en una tarde de verano, una suave tarde de verano en que te extraño queriendo verte otra vez.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La ventanilla: para el desahogo, las dudas, las reclamaciones y las sugerencias. (Para prevenir spam, todos los comentarios son moderados por EChPm)