7.12.12

Nosotros repetidores

Mi querida Ximena Peredo me compartió este gran post sobre nuestro rol ciudadano frente a lo que estamos viviendo en el nuevo gobierno.

-o0o-

Nosotros repetidores
Por Ximena Peredo


Cuando la información era monopolio de una empresa, y los ciudadanos se comunicaban a fuerza de “volantes” o de boca en boca el engaño podía perpetuarse por años. Pero en pleno siglo 21 basta una minoría de ciudadanos con cámaras y cuentas de YouTube para hacer tambalear la vieja estrategia de infiltrar provocadores en protestas pacíficas para justificar la represión a tabla rasa.
Quien quiera defender a los vándalos que el 1 de diciembre causaron destrozos en la Ciudad de México elevando el nivel de violencia es un insensato. Lo mismo podría decirse de quien se atreva a cerrar los ojos a las decenas de videos, crónicas y reportajes de la prensa independiente que registraron las golpizas y las detenciones arbitrarias de ciudadanos ejerciendo pacíficamente su derecho a disentir.
Dos días después de estos eventos, nos enteramos que algunos de los detenidos declararon haber cometido actos vandálicos a cambio de 300 pesos, pero no dijeron, o el Ministerio Público no nos dejó saber, el nombre del patrón.
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No me sorprendería en absoluto -de hecho, lo sugiero abiertamente- que el aparato policiaco del nuevo Presidente haya planteado esta fallida estrategia. Se creyeron que el mago podía realizar el mismo truco 40 años después, como si el tiempo se hubiera suspendido. El viejo régimen fue incapaz de advertirse en otro tiempo, con nuevos actores y otras tecnologías.
Han exhibido su incapacidad para reinventarse, pero lo mismo puede decirse de la ciudadanía cautiva en las trampas de la repetición. Es muy difícil que por la vía de la protesta se enderece la democracia.
Por supuesto cada marcha o protesta tiene consecuencias culturales insoslayables, pero su efectividad en lo concreto es excepcional. Si volvemos una y otra vez a las mismas respuestas es porque para eso fuimos educados.
Creemos que por haber terminado la preparatoria, o más aún, por tener un título profesional ya no formamos parte del “problema educativo mexicano”. Sin embargo, los conocimientos acumulados, si bien podrían proveernos de un salario, están resultando inútiles para plantear salidas de las crisis o los colapsos de nuestros tiempos. Parece que más bien fuimos educados para permanecer en el barco que se hunde.
Pero además no tenemos más referentes que la misma crisis. Sobre esto Gisela Pérez de Acha, una ex integrante de #YoSoy132 y ex comentarista del programa de televisión “Sin Filtro” (del canal Foro TV de Televisa), explicó que renunciaba al programa porque estaba repitiendo la misma clase de televisión que criticaba. Gisela descubre en este testimonio publicado en el sitio Animal Político que no pudo hacer una televisión distinta de la única que conoce (y que nos ha educado, complementaría yo).
Esto nos invita a que reconozcamos la seguridad de un fracaso cuando pretendemos construir una obra sin planos ni maquetas o, peor aún, copiando los planos de lo que criticamos. La pregunta es cómo reeducarnos, cómo destapar nuestra creatividad para imaginar nuevas formas de organización política, cómo reinventar el rol de la ciudadanía.
Es difícil plantearnos estas preguntas cuando hay una poderosa inercia por proteger el status quo, es decir, que el show continúe como está. Hay algunos que, sin saberlo y sin recibir un solo peso, trabajan para legitimar lo indefendible. Son los ilusos, que siguen creyendo en las entradas triunfales de los gobiernos. En otro costal están quienes advierten la impostura y la negligencia, pero prefieren tener a este poder de socio que de enemigo.
Además están las agencias internacionales, los evaluadores financieros y organismos como el Fondo Monetario Internacional que califican de “democráticos” a países como el nuestro, en los que la ciudadanía sólo tiene permiso de participar eligiendo a sus gobiernos de entre malas y peores opciones, sin posibilidad de revocarles el mandato. ¿Cómo contradecirlos?
Estamos frente al enorme dilema de sucumbir en el caldo de confusión o aprovechar esta crisis para replantear nuestras respuestas. Pero mientras revisamos lo complejo no podemos dejar de exigir lo urgente: la liberación de los ciudadanos inocentes aprehendidos ilegalmente el 1 de diciembre.

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