Por Alberto Serdán Rosales
Hoy, “exigir” al gobierno no es suficiente para que la democracia funcione. Se requiere de la construcción de una ciudadanía que además de exigir genere propuestas y participe activamente en los asuntos de interés público. El éxito de cualquier reforma política necesita de una ciudadanía fuerte que vigile al poder representativo y tenga las capacidades para hacer valer su voz y su opinión en las decisiones públicas.
Entre las características de la promoción del voto nulo en 2009 se encontró el hartazgo de una disociación entre el mundo que toma decisiones –cotidianamente llamada clase política– y el de una mayoría espectadora de la descomposición de esa clase dominada por cuotas e intereses particulares y partidistas. De fondo, la incapacidad de esta clase para garantizar el ejercicio de derechos (tanto civiles y políticos como económicos, sociales, culturales y ambientales), así como de mejorar las condiciones de vida de todas y todos los mexicanos en un marco de transparencia y rendición de cuentas, de igualdad sustantiva, democracia sustantiva y un estado democrático de derecho.
En este contexto, grupos que promovieron el voto nulo (como “Esperanza Marchita”, “Para políticos nulos, votos nulos”, “Vota por Papanatas”, “Voto Blanco” y “Tache a Todos” –por citar sólo algunos) conformaron la Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA) y pasaron de la protesta a una propuesta mínima de tres ejes básicos: i) el establecimiento de mecanismos de democracia directa como el plebiscito, el referéndum, la revocación del mandato, la iniciativa ciudadana y el valor jurídico del voto nulo; ii) el establecimiento de las candidaturas independientes y; iii) la reducción del financiamiento de los partidos, su transparencia y rendición de cuentas.
De manera activa, en los últimos meses la ANCA promovió la campaña ¡Ya Bájenle! que se propuso modificar la fórmula para el cálculo del dinero que se entrega a los partidos políticos, con el propósito de que sean los votos válidos, y no el padrón electoral, lo que determine su financiamiento. En este sentido, hay en puerta una iniciativa de reforma constitucional pendiente de aprobación en la Cámara de Senadores –también en la de Diputados y el resto de los Congresos Estatales– por lo que las movilizaciones (incluyendo en Twitter y Facebook) continuarán hasta lograr este objetivo.
En tanto, el próximo 30 y 31 de enero la ANCA llevará a cabo su 4a Asamblea en Monterrey, Nuevo León, donde se discutirá, además de los tres ejes, su postura respecto de los próximos procesos electorales en 2010, así como las propuestas que no fueron retomadas en la reforma política presentada por Felipe Calderón. Asimismo se debatirá la posición de la ANCA respecto de la reelección y, lo más importante, se definirán estrategias para lograr que la ciudadanía, efectivamente, forme parte de todas estas discusiones y no se quede al margen.
En el reconocimiento de errores propios de la sociedad civil organizada (como el de creer que con la alternancia los gobiernos responderían a las agendas ciudadanas), existe una genuina preocupación para no dejar solos a los políticos sin una vigilancia estrecha y sin canales para una efectiva participación ciudadana. No podemos darnos el lujo de dejarlos solos otra vez en sus discusiones y debates, de dejarlos solos en la discrecionalidad y opacidad de sus negociaciones y, por lo tanto, de las decisiones que nos afectan. Por eso, habrá grupos ciudadanos como la ANCA que promoverán y exigirán procesos abiertos, incluyentes, participativos y transparentes: los políticos no estarán solos, aunque no les guste.
* Publicado en el blog del suplemento Enfoque del periódico Reforma.
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